El origen
No soñaba con ser periodista. No tenía prisa por hacerme mayor y convertirme en adulta. Apenas me daba tiempo a reflexionar sobre la vida, el mundo y lo que el mundo quería de mí.
Tenía ante mi una sobredosis de información, infinidad de cosas nuevas cada día por explorar. Me gustaba todo, me apasionaba investigar lo nuevo. Siempre preguntaba, quería saber. Comprender me costaba porque mi imaginación me llevaba a otras realidades. Hablaba mucho y contaba poco. Era activa, risueña, cabezota y muy intrépida. Mucho ha quedado de aquella niña.
Un lugar inabarcable, pero maravilloso
Llevo a cuestas el ‘por qué’ tatuado en la piel, sigo apuntándome a un bombardeo y con las mismas ganas de explorar el mundo. Me hice periodista para poder seguir explorando, conociendo otras realidades y compartiendo las mías. El mundo sigue pareciéndome un lugar inabarcable, pero maravilloso en sus crueldades y sus veleidades. Empecé en la radio, convenciendo a los de una emisora local con una pequeña mentira: yo sabía hacer aquello. Lo había hecho en casa con el radiocasete y una grabadora, poniendo canciones y imaginando hablar a una audiencia. Comencé a las dos semanas, poniendo canciones y con serias dificultades para llevar el control. Seis horas los sábados y seis los domingos. No tenía mucha idea de música, pero me puse las pilas. Me apasioné con la radio fórmula y me gustaba charlar con la gente que compartía su amor en las ondas.